domingo, 12 de diciembre de 2010

PROMETIDOS HASTA LA ETERNIDAD (David Guerrero)

Un recuerdo inquietante la alcanzó ante la presencia de aquel campanario… Aquel pensamiento nada más pensarlo se le ponía los pelos de punta.
Cada vez que veía el campanario oía las campanadas y una tristeza brotaba de su corazón.
En aquel entonces, se narraba en el pueblo la historia de que en aquel campanario, hace tres años murió un hombre muy querido por todos los aldeanos de allí, un tal llamado Francisco. ¿Por qué aquella mujer estaba triste cuando veía el campanario? Fácil, Francisco era su prometido con el que se iba a casar dentro de tres meses, actualmente, se iban a casas hace dos años y nueve meses para ser exactos.
Sobretodo aquella pena que le entró cuando vio a Francisco era inmensa, el pensar que dentro de nada iba a tener una vida feliz y de pronto todo se vino abajo.
Era un día de frío de invierno de Febrero del 1965. Aquel día esta mujer, llamada Julieta, estaba como todas las tardes, en la estación de trenes del pueblo.
A las 17:25, descansó Francisco del trabajo junto con sus compañeros y estuvieron todos hablando durante un buen rato, lo que no sabían es que aquella tarde iba a ser la última que pasarían los dos juntos.
En aquella charla, que tuvieron Francisco habló de política con los demás en un bar tomándose unas cervezas tranquilos, por aquel entonces no se podía hablar libremente de política, y de nada diría yo, porque en aquel entonces estaba el Franquismo gobernando la Península.
Un guardia civil que pasaba por el bar escuchó a Francisco y se detuvo y se escondió en un rincón para escuchar la conversación entera. Al rato entró en el bar y Francisco y sus compañeros, sobresaltados, salieron corriendo del bar tirando a su paso al guardia. Los compañeros de Francisco despistaron al guardia menos uno, que le persiguió hasta una costa con acantilados. Este no dudó en tirarse por el acantilado, pero lo que no sabía es que había poca profundidad y era de fondo rocoso. De aquel valiente hombre no se sabe lo que pasó, murió seguramente, ¿seguramente?
Francisco siguió huyendo de los guardias, sibió hasta un campanario de una Iglesia para refugiarse. El guardia civil pidió refuerzos para encontrarle.

Aquel ampanario estaba oscuro y olía a polvo, Francisco no sabía cómo salir sin ser descubierto. Fue a mirar por una ventana al pueblo para ver si seguían buscándole. Eran ya las 21:18, Julieta empezó a preocuparse por Francisco porque no venía como siempre, al salir del trabajo a visitarla para estar con ella, y de pronto, el silencio, que guardaba la casa, fue interrumpido por unos disparos. Julieta en aquel momento fue hacia un camino, pensando que de allí venían los disparos. Cuando llegó, todo estaba oscuro y no se había fijado que era de noche y que de ese camino no venían los disparos. Solo fue el eco que rebotó fuertemente en una vieja casa del camino, se dijo y entonces miró fijamente al pueblo que se hallaba cerca y vio como era iluminado por unas luces centelleantes y que en el campanario había mucho ‘’Jaleo’’ . Extrañada, hacia aquel desconcertante lugar. Cuando llegó, intentó pasar a través de la multitud de personas y finalmente observó, a su prometido, que yacía muerto en la tierra.
Aquel día se le quedó metido en su corazón y perduraría hasta el resto de su eternidad. Desde entonces, Julieta va cada tarde a ese camino a mirar al campanario y a llorar sus penas por su prometido. Porque aunque estuviera muerto, siempre lo tendría vivo en su profundo recuerdo y en lo más oculto de su ser.
Todas las noches, Julieta cada vez que se iba a dormir sentía a su lado un respiro y un calor acogedor a su lado. Ella cada vez que sentía eso, le salía una sonrisa y a veces decía en voz baja mientras dormía.
Mi querido… Siempre te amaré.

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