domingo, 9 de mayo de 2010

EL LAZARILLO DE... ¿TORMES O MARRUECOS? (Kandela)



Comienza el día 15 de abril de manera estresante. Varias clases de nuestro instituto se disponían a ir al teatro… varios alumnos desaparecieron, otros no tenían dinero y otros ni autorización. Sorprendentemente todo se solucionó antes de nuestra partida, esta vez al Palacio de Congresos. Para más sorpresa el día estaba soleado, por lo que esta vez un verdadero océano de cabezas se observaban desde arriba a través del paseo marítimo. Pero como no, la lluvia hizo acto de presencia en el último momento, y todos los compañeros más alumnos de otros tres institutos se apretujaron en el pequeño techito de la puerta. Saludos, abrazos, gritos, fotos… al entrar los acomodadores se volvieron locos de nuevo para colocarnos, pero lo consiguieron.





Comenzó la obra, no sin antes darnos una llamada de atención por los gritos y el mal comportamiento de la mayor parte de la sala, que se mantuvo, desgraciadamente, durante toda la actuación.

La representación estuvo muy bien. Interpretaron la obra de “El Lazarillo” casi al completo y de forma muy divertida y amena. Los espectadores (que no incluye a los energúmenos estratégicamente repartidos por el teatro; que no eran pocos) lo disfrutamos mucho y se apreció bastante el acercamiento al público juvenil. Terminó el espectáculo con un estruendoso aplauso (más bien causado por los escandalosos que aplastaron y enmudecieron a los pocos que escuchaban) y una alarmante prisa que absorbió al público para volver a sus respectivos centros.


A todos menos a la clase de 1º de Bachillerato de Humanidades del Virgen de la Esperanza, nada que ver en absoluto con el examen que teníamos nada más llegar (el cual hicimos), que decidió quedarse un poco más para ``ruegos y preguntas´´, momento que no se le concedió a todos por el mal comportamiento. El más joven de todos los actores contesto algunas preguntas a Caja de Pandora. Saltó muy a la vista que molestó bastante el ruido que hubo en la sala durante la actuación (insoportable, por cierto), pero nos contó que habían tenido muy en cuenta el acercamiento al público juvenil, con las risas, imitaciones de personajes actuales (como parodias de Maradona y Obama, lo que provocó alguna que otra risa desenfrenada), e integrando a un muchacho marroquí como actor dentro de la obra. A propósito, flipante el cambio de acento del muchacho ``marroquí´´, que casualmente era el que nos concedió las preguntas, y de marroquí tenía lo que yo de monja.

En fin, que estuvo genial por parte de los actores (pertenecientes a la Compañía La Salaita) y fatal por parte del público. Se hubiese disfrutado mil veces más si se hubiera guardado silencio. Hasta la próxima.

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