sábado, 27 de abril de 2013

El secreto de Eloy [Relato]

 
De nuevo ella seguía a Eloy, intrigada, con ganas de saber lo que escondía detrás de sus ojos tristes, cansados y misteriosos. Él vestía prendas oscuras, era callado, reservado y se escondía de todo. Y cuando él paró de andar, ella vio que estaban en un cementerio acompañada por unas pocas preguntas.
-Eloy, ¿qué hacemos aquí?
-¿De verdad quieres saber mi más doloroso secreto?
-Sinceramente, me preocupas y me importas.
-Ven, siéntate aquí conmigo -me dirigió a un banco de piedra.
El frío viento se paseaba libre, el día era completamente gris y el sol parecía como si se hubiera ido para siempre. Eloy finalmente me miró para contarme su secreto:
<< Tenía trece años por aquel entonces cuando esto ocurrió. Todo iba genial, pero un detalle empeoró la situación. Mis padres comenzaron a discutir sin razón alguna, yo ni sabía por qué. Pero sólo el escuchar a mi padre insultar y gritarle a mi madre me estremecía.
Desde entonces todo se convirtió en un infierno, no pasaba ni un día en el cual se respirara paz. Yo me tapaba los oídos, pero sabía que ignorar no era la mejor solución.
Un día, aquel hombre presunto al cual yo le llamaba ''papá'' empezó a arrojar vasos contra el suelo. Una chispa de cristal rebotó contra el suelo dándole a mi madre en la mejilla. Revivo esa situación, cuando ese hilo de sangre recorrió el rostro pálido y triste. Me marché de allí llorando a mi habitación, donde me choqué contra la pared de ira y caí al suelo derrotado. Cada segundo me iba desmoronando, como un castillo de arena.
Deseaba tanto que acabara... Quería morirme, ahogarme en mis propias lágrimas. Estaba perdido y no sabía qué hacer. Sólo pensaba en por qué mi padre se había vuelto así, en qué culpa tenía mi madre. Todo y más vagaba por mi cabeza.
Y al final, mi querida compañera, nadie ni nada acabó bien. Sólo por el miedo y los nervios. Muchas veces intenté llamar a la policía, créeme. Pero todas las veces me pillaba mi padre, y éste, me golpeaba y me ofendía. Era todo tan oscuro y siniestro para mí...
Pero un día, llegó a tal desesperación que nos encerró a mí y a mi madre. Nada de salir, de ir al colegio, de medios de comunicación... Nada de nada. Poco a poco nos estaba matando.
Mis compañeros de clase y los profesores al ver que faltaba mucho a clase y que nadie respondía las llamadas y mensajes, hicieron que la policía viniera. Así fue. Mi maldito padre no quería abrir la puerta, y los agentes echaron la puerta abajo. Y fue en vano, ya que era demasiado tarde. Cuando me giré, había matado a mi madre. Estaba tendida en el suelo, con una zanja en el pecho, desangrada. Y su mirada quedó fija en la mía, mostrándome tristeza, dolor y muerte... Injusta muerte.
De él no se nada. Pero si un día lo veo, juro que lo mataré con mis propias manos. Acabé toda mi adolescencia en un internado, arrastrando cada día la pena de mi madre. >>

-Eloy, yo... Lo siento muchísimo -respondió la chica sin palabras.
-Aquí vengo siempre. Ahí descansa ella.
-Yo vendré contigo. Jamás voy a separarme de ti.
-Pero si soy un pobre y perdido muchacho -suspiró con fuerza.
-Para mí eres maravilloso, y no estás perdido porque me tienes a mí.
-Victoria, tú también lo eres para mí. Lo que no entiendo es qué ves en mí.
-Eloy, tú me respetas, eres todo un caballero conmigo, me ayudas, no te importa cómo soy, no me ofendes, me entiendes, me apoyas en todas mis decisiones... Y lo último y más importante es que sé que no vas a hacerme daño y que te quiero más que a nadie.

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