Si fumas un paquete de cigarrillos diario tus pulmones absorben 800 centímetros cúbicos de alquitrán. Imagina rociar tus pulmones con casi un litro de ese material negro y viscoso utilizado para construir el asfalto de las carreteras.
¿Qué contiene un cigarrillo?
No estamos completamente seguros de las componentes del tabaco, siendo uno de los pocos productos no regulados. Los alimentos deben llevar una lista de ingredientes, la ropa lleva etiquetas de composición, los aparatos eléctricos han de estar homologados... pero el tabaco no está sometido a ningún tipo de regulación.
Por eso tenemos que acudir a lo que entidades gubernamentales, españolas o extranjeras, o bien laboratorios de investigación, han encontrado en los cigarrillos.
Se han descubierto cerca de 4.000 substancias químicas entre las componentes del tabaco y, al menos, 40 de ellas son cancerígenas para el hombre.
Amoniaco: Componente de productos de limpieza
Arsénico: Veneno contenido en raticidas
Butano: Combustible doméstico
Cianuro: Empleado en la cámara de gas
Formaldehído: Conservante
Metano: Combustible utilizado en cohetes espaciales
Cadmio: Presente en baterías
Monóxido de carbono: Presente en los humos de escape de los coches
Alquitrán:
Podríamos decir que es el vehículo en el cual todos los venenos presentes en el cigarrillo, viajan hacia nuestro torrente sanguíneo.
Benzeno, Radón y demás basura:
Son productos químicos que nunca querríamos que estuviesen en nuestra casa, ya que causan cáncer. Está prohibido utilizarlos como componentes de artículos de uso doméstico: imaginemos el efecto conseguido inhalándolos.
Nicotina:
Es sólo una más de las sustancias peligrosas de los cigarrillos. Pero además es la responsable de que el tabaco sea tan adictivo. Los estudios científicos han demostrado que la nicotina presente en el tabaco crea la misma adicción que la heroína o la cocaína. A los 7 segundos de dar una calada, la nicotina alcanza nuestro cerebro. Esta droga actúa sobre unos receptores causando el "subidón" que nuestro cuerpo experimenta. Esto dispara varias respuestas en nuestro organismo: nuestro ritmo respiratorio y cardíaco aumenta y nuestros vasos sanguíneos se contraen. En el momento que apagamos el cigarro, es cuando mayor índice de nicotina tenemos en sangre. A la media hora, el nivel ha descendido notablemente y comenzamos a sentir los síntomas de adicción. Los síntomas que se sienten entre un cigarrillo y el siguiente (un pequeño "síndrome de abstinencia") causados por las bajadas y subidas del nivel de nicotina, hacen que padezcamos a su vez bajadas y subidas de estrés y ansiedad.
El tabaco, aunque siempre aceptado por la sociedad, es la droga más consumida en el mundo, provoca un alto nivel de adicción y es la causa de miles de muertes cada año.
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