viernes, 22 de enero de 2010

LA SUPERACIÓN DE ELEATISMO EN MARÍA ZAMBRANO (Paky Conde de la Torre)



La vida de la pensadora malagueña María Zambrano cruza todo el siglo XX, abrazándose y entrelazándose de una forma apasionada en razón histórica y vivida. Su vida ya ha sido objeto de la novela “Araceli”, de Elsa Morante (centrada en la hermana de María), y del filme “María querida”, de José Luis García Sánchez y protagonizado por Pilar Bardem.
Zambrano vivió el drama de España, la agonía de Europa y sufrió duras vicisitudes .Su historia, sangrienta y dramática, opta por el existencialismo pesimista o por la creencia al modo de Hölderlin de que detrás de todo peligro abunda lo que salva. Se trata de aceptar al hombre-lucha, al hombre-pueblo, que cual yedra puede renacer tras la caída. Desde el exilio y la desgracia (mendigó en Francia para sobrevivir) apuesta por la crítica a las ideologías absolutizantes, políticas y religiosas.
Discípula de Ortega y Gasset, se separa de sus directrices y considera insuficiente su “razón vital”. Crea su propia filosofía original a pesar de que hay puntos en común inevitables .Que la “razón poética” debe mucho a la “razón vital” preocuparon tanto a la filósofa malagueña como al pensador madrileño. María se propone elaborar un nuevo modo de razón que supere el estrecho racionalismo que en buena medida parte de la filosofía occidental, y cuya primera manifestación es la parmenídea. El eleatismo del ser es algo a superar si de verdad se pretende pensar la realidad en toda su riqueza. Es necesario para ello escapar a esa noción de unidad tan férrea que la filosofía ha seguido y encumbrado. Para la superación del ser eleático podemos remitirnos a pasajes de textos clásicos tanto de Ortega como de Zambrano, en especial “La historia como sistema” de Ortega y Gasset, y “Filosofía y poesía “de María Zambrano.
La categoría del ser eleático se erige como estandarte de lo que es el núcleo duro de la mayor parte de la ontología occidental, y en ningún momento ha de entenderse de manera restringida, como aquello que hace referencia a la isla de Elea y que es la cuna de toda nuestra tradición occidental, sino que María Zambrano hace una semblanza histórico-filosófica en torno a una postura perspectivista que fue enunciada por Nietzsche.
Que el hombre europeo es heredero del hombre griego es una evidencia clara y distinta al modo cartesiano. Pero una herencia no es sólo un tesoro, es a la vez una carga y una cadena. Larvada en el concepto de naturaleza hemos recibido la cadena que nos ha hecho esclavos del destino helénico. Es necesario que el ser humano no se deje atrapar por esos ideales de identidad y fijeza que corresponden al ser eleático, y admitir que lo único estable en el ser humano es su inestabilidad, y el único reducto de identidad que le queda es su pasado, es decir, lo que ya ha sido. No obstante, el ser del hombre no puede quedar reducido a aquello que ya ha sido, sino a aquello que va siendo no en el sentido del devenir heraclíteo, sino en el sentido de fabricación de sí mismo (autofabricación).



Es de absoluta necesariedad que el animal humano deje de ser pensado bajo el prisma de la noción eleática del ser sobre la que se asienta la idea de “res”.Para hablar pues del ser humano tenemos que elaborar un concepto no-eleático del ser, así como se ha elaborado una geometría no-euclidiana. No hay un punto de vista universal y absoluto sobre el mundo, sino un punto de vista creado; en suma, infinitos puntos de vista sobre el mundo y el hombre en base a épocas, proyectos vitales, intereses, etc…, y añadir que el “todo” del poeta es bien diferente, pues no es un “todo” como horizonte ni como principio sino a posteriori, que sólo lo será cuando cada cosa haya llegado a su plenitud. Zambrano acude al poema y abre infinitas perspectivas. De ahí que la malagueña abogue por la fusión, incluso por la con-fusión (eso sí, premeditada) entre filosofía y poesía.
Esta noción de perspectiva ilimitada deja muy atrás buena parte de la concepción metafísica tradicional según la cual existe una coincidencia plena entre ser y conocer, y nos recuerda la afirmación rortyana de que la filosofía no es el espejo de la naturaleza.
El mensaje de Zambrano es pura actualidad y aboga por el “no pesar ni pisar sobre nada ni nadie”. Os animo a leer el libro “María Zambrano: la dama peregrina” (Editorial Berenice), publicado recientemente por el profesor y licenciado en Filosofía Rogelio Blanco Martínez, que en la actualidad ocupa el cargo de director general del Libro y Archivos, que la conoció y la trató en los últimos años de su vida.


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