sábado, 23 de enero de 2010

SALIR O INTENTARLO EN LA LÍNEA (Fabiola Caballero París)

Me hace gracia mi situación delante de los porteros de aquellos pubs en los que, cuando un sábado por la noche, tan feliz y normal, con mis amigas, intento entrar para echar un buen rato y me dice: “¡No! ¿DNI?” o directamente, “¡no puedes entrar!”La excusa que me dan para no dejarme entrar es que soy menor (tengo diecisiete años) mientras que por el cristal veo como dentro hay conocidos míos con incluso quince años, pero claro, van vestidas, ya que en la mayoría de los casos son chicas, de aquella manera, o bien es que conocen al primo del cuñado del tío político del portero, y por eso entran.¿Tiene una que llevar unas ``bragas´´ como pantalón y una camisa, si a algo cercano a un bikini, se le puede llamar así, con un escote que llega al ombligo para poder entrar en un sitio simplemente para echar unos bailes? No me hace ninguna gracia, la verdad, pero esta es la realidad. Y ya cuando me parto de la risa es cuando, ya ni siquiera con dieciocho años te dejan entrar, ya te piden veintiuno ¡por favor!

No quiero hablar como una entendida en el tema, pero si que hablo como una persona que lo vive y que tiene ya varias experiencias de este estilo, como por ejemplo, recuerdo bastante bien aquella vez que como un sábado cualquiera después de estar en el parque un rato, a eso de la una fuimos a los pubs. El primer intento: el portero nos conoce, sabe que somos menores, pero aún así, al saber que no éramos problemáticos y que en el interior del local no consumimos alcohol, de buenos modos nos dijo “Lo siento, pero no puedo dejaros entrar, el encargado está aquí y no quiere menores esta noche (desde ese día, hace ya más de un mes, no nos ha vuelto a dejar entrar)...” En fin, intento uno fallido. Probamos en otro: vamos, no en manada, para que no dé tanto el cantazo, llegamos a la puerta y el portero nos pregunta la edad, a lo que algunos contestan dieciocho y unos pocos diecinueve, hasta ahí todo bien, ¿cuál es nuestra sorpresa?, sin duda la contestación del portero: “No podéis entrar, lo mínimo son veintiséis” (¡¿Perdona?! El próximo fin de semana que venga mi abuela y ya te piensas si dejarla entrar...). Una vez más, tras quedarnos todos con cara de ¿cómo? tenemos otro intento fallido. Y ya desesperados por entrar en un sitio decente que no esté lleno de gentuza de esa que anda por La Línea solo buscando peleas y malos rollos, vamos al último pub ``normalito´´ la plaza Cruz Herrera (lugar donde se encuentran los pubs en La Línea) Nos dirigimos hacia él tan felices y desde lejos nos ve el portero y nos dice con señas no, por lo tanto ni lo intentamos, la verdad. Queda a lo mejor un pub que se pueda entrar y estar tranquilo, pero ahí ni lo intentamos porque el ambiente es para gente mucho más madura que unos jóvenes de entre diecisiete y dieciocho años. Ya no nos queda opción, ¿qué hacemos? El resumen de la noche, nos vimos todos a las tres de la mañana sentados en un banco de la Plaza de la Iglesia congelándonos de frío mientras esperábamos que nuestros padres vinieran a recogernos...

Esto es lo que un joven puede hacer en La Línea, una ciudad en la que si no vas a los pubs te quedas en tu casa, porque ni hay cine, ni ningún sitio donde puedan ir jóvenes a pasar el rato un sábado por la noche. Sé que puede alegarse que los jóvenes no deben salir, pero si nos tiramos toda la semana metidos en casa estudiando como animales para intentar tener unos estudios en el futuro y poder construirnos una vida de nivel medio... ¿No tenemos nosotros derecho a salir para despejarnos un rato? ¿No tenemos derecho a pasarlo bien? A mí me parece fatal que una ciudad tan ``avanzada´´ todavía los jóvenes tengamos que arriesgarnos a quedarnos en la calle, pero no nos queda otra...

1 comentario:

Dany dijo...

¡Que razón tiene! La juventud está coaccionada por unos señores cuyo criterio para permitir el paso, es transformar un pub en un reclamo para hormonas revueltas. Si no sirves para eso, fuera.
Como dice por aquí, vaya tela...