sábado, 12 de febrero de 2011

¿DÓNDE ESTÁN LOS NIÑOS SOLDADO? (Alba Pacheco Carnero)

Nadie duda que los niños deberían disfrutar de su infancia, ir la escuela para educarse, formarse y así poder labrarse un futuro en el que su capacidad personal sea la que determine su rol social. Sin embargo, no es cierto que todos piensen así, ya que hay gente dispuesta a utilizar a los niños como peones y como carne de cañón, y a las niñas como sirvientas y esclavas sexuales en los conflictos armados que se suceden en diferentes regiones del planeta privándoles de todos sus derechos.
El documento de UNICEF conocido como "los principios de Ciudad del Cabo" establece que un niño soldado es aquel menor de 18 años que es inmovilizado, ya sea en un ejército regular o en una fuerza armada irregular. Algunos de estos niños y niñas soldado han sido secuestrados o reclutados a la fuerza, sin su consentimiento, ni tampoco el de sus familias, y se trata de una práctica muy habitual en los diferentes conflictos que se dan en Asia, o en África Subsahariana especialmente.


Existen estimaciones que hablan de la existencia de más de 250.000 niños soldados. En Colombia se han usado alrededor de 14.000 niños soldado, aunque datos más terribles nos llegan desde África Subsahariana, donde en Somalia, Liberia o Sierra Leona, más de 200.000 niños han formado parte de grupos armados que han participado en conflictos armados de dichos países.
Los niños soldados son también utilizados como detectores humanos de minas antipersona para que así, los ejércitos puedan avanzar sin daños, sin importarles lo más mínimo las consecuencias para los niños.
No es fácil tras el conflicto volver a la vida civil. Lo que han vivido estos niños (crueldad, asesinatos, torturas...) hace que volver no sea simplemente dejar el ejército o un grupo armado para volver con sus familias, como si nada hubiera pasado. Son rechazados por lo que han hecho, por lo que les han hecho hacer, y por lo que le han hecho a ellos. Y en los procesos de desarme estas victimas de la guerra son invisibles y no reciben el cuidado y las atenciones que necesitan para poder retomar a lo que podríamos llamar "una vida normal".

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